"Le dices a un ciego, Estás libre, le abres la puerta que lo separaba del mundo, Vete, estás libre, volvemos decirle, y no se va, se queda allí parado en medio de la calle, él y los otros, están asustados, no saben adonde ir, y es que no hay comparación entre vivir en un laberinto racional, como es, por definición, un manicomio, y aventurarse, sin mano de guía ni traílla de perro, en el laberinto enloquecido de la ciudad, donde nada va a servir la memoria, pues sólo será capaz de mostrar la imagen de los lugares y no los caminos para llegar"
Ensayo sobre la ceguera
José Saramago
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